viernes, 31 de mayo de 2013

De paseo con mis Zorras IV

El lugar y sobretodo la compañía,  hacia que todo fuese un sueño hecho realidad.  Esas dos magnificas zorras a mi lado dispuestas todo lo que se le antojase y mi mente cada vez más perversa. Con ganas de experimentar y hacer que mis zorras viviesen un día y una experiencia inolvidable. 

Tan pronto observe que empezábamos a el centro de atención, creí oportuno poner a prueba a Sui y saber hasta donde era capaz de obedecer. Sabiendo de ante mano que cuanto más le exiges más zorra se pone, mire por la sala buscándole una presa que conseguir. Me costó un poco encontrar a una pareja que me pareciese pudiese entrar en el juego, tratando de no molestar a nadie.  

En la otra punta de la sala, hay unos sillones blancos y bajos.  En ellos una pareja.  Él de unos 35, de tez blanca, pelo oscuro y ojos claros.  Fornido vestido muy al día.  Sin ningún detalle que le hiciese destacar a no ser por su tranquila pose. Se notaba que era un habitual.  Ella era extremadamente joven.  Sobre unos 23. De mediana estatura, pelirroja y voluptuosos pechos.  No se encontraba tan cómoda como el.  Seguramente no sería su primera vez pero no parecía acostumbrada a la situación.  

Me acerqué al oído de Sui y susurrando le dije,: estaría bien comerse un coñito rojo. Como una verdadera depredadora buscaba con su mirada de deseo descontrolado, esa pieza a cazar que yo le indicaba.  Una vez vista, se giró a mi sonriendo pícaramente. Esa era una manera de saber que él le atraía.

Sin vacilar levantó si mano lo suficiente como para que todo el mundo supiese que estaba atada, esperando a que yo la librase para lanzarse a la caza. Cocó que había estado muy atenta a todo pero no pudo oir mis palabras, no lograba saber de mis intenciones. La sorpresa de Sui fue al indicarle que no iría sola, Cocó la acompañaría. Creí notar un apretar de piernas en Sui, la muy zorra se había excitado con la idea.

Sin bajar la mano,  Sui recorre con su mano libre, la longitud de la cadena que la une a Cocó hasta llegar a la pulsera represora. Consigue con ello demostrar que se siente orgullosa de estar atada a las ordenes de su Amo. Suelta la cadena para con su mano atada, coger la de Cocó. Apretándola fuerte le indica que la acompañe. Cocó sabe que algo tramamos y se deja llevar. 

Mientras recorren la sala, cogidas de las manos atadas como pareja de deseo, con la cadena que las une casi rozando el suelo, son observadas por todos, pero sobretodo por mi. Que orgulloso me siento de ellas. Con un contoneo en perfecta armonía y de precisa coreografía,  se dirigen a la zona de los sillones en busca de la pareja que le indiqué a Sui.

Son perseguidas por las miradas de casi todos los asistentes. En muchos se adivina una mirada de sorpresa.  En otros el deseo de poder poseérlas.

Ellas siguen su camino en una línea recta perfectamente definida,  lo que alerta a Él de que pueden ser la razón y destino del paso controlado de ellas.

Cuando apenas faltan tres metros para llegar, Él se levanta y hace que ella haga lo propio.  En ese momento se pasa por mi cabeza la idea de que quieran marcharse. Pero mis zorras no modifican su ritmo provocador hacia ellos.

Me equivoqué.  Lejos de irse,  esperan la llegada de ellas. Se paran tan próximos a ellos que casi pueden rozarse.  No están frente unos a otros.  Cuidadosamente mis zorras se han desviado sutilmente hacia Ella que algo abrumada por la situación intenta distraer su nerviosismo tocando su roja melena.

Cocó toma la mano nerviosa de Ella y con la sensualidad que le caracteriza, la coloca sobre el pecho de Sui, quien arquea ligeramente su espalda hacia atrás en señal de agradecimiento y placer.  La Invitada, para mi sorpresa,  lejos de retirar su mano,  presiona ligeramente el pecho de Sui al tiempo que con la otra mano,  busca la espalda de Cocó.

Entreveo una mirada de Él, buscando la mía para conocer mis intenciones. Al cruzarse hago un asentimiento de reconocimiento con mi cabeza. Veo una sonrisa de satisfacción dibujada en su cara, al tiempo que cogiendo la cara de Sui por su barbilla, la gira para mirarla directamente. Noto como Sui se eriza, al tiempo que Cocó, con su insaciable curiosidad, también gira su mirada hacia Él. 

La invitada, busca el provocador de la situación al tiempo que Cocó, con dos dedos de la mano derecha hace girar su clara tez hacia ella. No quiere que me encuentre. Planea su propio entramado en este juego de deseo y sorpresas. Mirándola a los ojos, parece decirle: No puedes saber quien es nuestro Amo todavía. Hemos de prepararte para él. Dicho esto sus dedos recorren el cuello de la Invitada en caída directa a ese provocador canalillo que esconde bajo su blusa blanca.

Cocó me sigue asombrando. Es difícil ver en ella lo que va a hacer, más aún actuando con otra mujer que no sea Sui. Su declarada heterosexualidad a los cuatro vientos, la traiciona delante de Sui y hoy me demuestra una vez más, que es cumplir mis deseos su primera prioridad

Sin detenerse y casi de forma mágica, desabrocha el botón que impide ver la ropa interior de la Invitada. Ésta, ha perdido el nerviosismo del principio y también la necesidad de comportarse delante de desconocidos. Abierto el botón una delicada puntilla da inicio a una delicia de raso.  

Sui que sigue atraída por la presencia del Invitado y para no hacer sentir exclusión a su pareja, aprieta aún más la mano que la une a Cocó. Y como para ella es imposible resistirse a sus deseos, busca con su mano atada la entrepierna de la Invitada, al tiempo que con la otra aprieta la mano que Ella tiene en su pecho.

Él, sistemáticamente busca mi aprobación en cada uno de los momentos que se suceden. Es respetuoso y deja que ellas tomen la iniciativa. Pero no puede retenerse y une su mano izquierda a la que Sui sujeta la de la Invitada sobre su pecho izquierdo, para discretamente buscar el derecho que con pezón erecto reclama  atención. 

La Invitada notando la proximidad de las manos unidas de Cocó y Sui, se entrega a que noten su fuego de deseo. Perdida su atención entre la mano que aprieta Sui contra su pecho, y los dedos incisivos de Cocó que decidieron encontrar uno de sus sonrosados pezones; cierra parcialmente sus ojos al tiempo que muerde sus labios en señal de estar perdiendo los papeles.

Cocó gira su mirada hacia Sui y después hacia atrás buscándome. Reclama de mi atención y de mis indicaciones. Cruza su mirada con la mía. Noto como sus ojos me preguntan......



2 comentarios:

  1. Es un placer leerle, observar cómo disfruta de sus zorras, la obediencia que exhiben y el placer que obtienen de ello. Seguiré leyéndole por aquí, Caballero.

    Mis saludos desde La Mansión.

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  2. El placer es saber que es de su agrado y espero que tanto como es su mansión para mi. Un honor contar con su presencia y beneplácito.

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