domingo, 8 de mayo de 2011

Ambrosía

Mientras llegaba a mi destino, no busque imágines en mi recuerdo, ni sensaciones, ni sentimientos. Tan precipitadamente como su llamada, mi mente jugaba a no planear más allá que lo que el preciso instante me regalase.

Hasta ese día nunca se me mostró en su feminidad. Allí de pie, esperándome. Femenina y elegante. Sorprendentemente una falda por encima de la rodilla y unos elegantes tacones que hacía , aún mas más estilizada su pequeña figura.

Al subir al coche y recibir su segundo beso, percibí que hoy sería un día diferente, y aunque percibí sus nervios, era diferente a los dos días anteriores. Enseguida cogí sus manos para intentar tranquilizarla al tiempo que percibía un agradable aroma a fruta dulce.

Tan pronto como la conducción me lo permitió busque con mi mano derecha su pierna y aunque en un principio notar que llevaba medias, pronto pude alegrarme al descubrir que solo cubrían parte de sus delicadas piernas.

No resultaba sencillo encontrar un lugar donde poder centrarme en ella, y en el primer lugar donde mostrar una especial vista, la temperatura y el viento lo hacían muy incómodo.

Después de hablar un momento e intentar que recuperase la comodidad después del frío, decidí tomar nuevo rumbo y sin pensar me acerque a ella para besarla. No hice ni la mitad del recorrido hacia ella que mis labios encontraron los suyos. Cálidamente frescos, tiérnamente tensos.

Fue instantáneo notar algo diferente en ella. Si hasta ese momento siempre habia guardado una extraña distancia, tan pronto como mis dedos tocaron su cuellos ella cerró los ojos para entregarse a sentir tanto y con tanta intensidad que nunca antes vi.

Como era posible que con una sola caricia su cuerpo sintiese todo aquello que me transmitía. Esa deliciosa piel que lejos de frenar mis dedos era como si los invitase a recorrerla por completo. Con la delicadeza y prudencia de una primera vez la punta de mis dedos descubrían su pecho. Despacio para no sorprender, deprisa para hacerme sentir. Y a cada uno de mis descubrimiento de esta nueva piel, un descubrimiento de sus estremecimientos.

Lejos de impedir mis movimientos, ella quedando inmóvil invitaba a que siguiese recorriéndola. Cuando mi mano llegó a su entrepierna , sin verla pude notar perfectamente como apretaba sus dientes. Ya estaba ardiendo y mojada por mis caricias.

La manera de sentirme me recordaba a aquellas primeras experiencias, donde la falta de experiencia y el exceso de deseo, nos bloquean. Pero en ella había algo diferente y era su manera de no poder reprimir lo que sentía. Podía notar como, aunque se lo propusiese, no podía evitar entregarse al placer y se abandonaba al deseo. Cada una de mis caricias obtenían la respuesta a invitar a seguir disfrutando de ella. A seguir sintiendo como a cuanto más recibía, más deseaba.

Deliciosa ambrosía que saciaba mi deseo y me descubrió a un ser especial capaz de sentir y hacer sentir

3 comentarios:

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  2. Ambrosía..el deleite de los sentidos...no la podemos ver,solo degustarla o sentirla,reconocerla,y a veces hasta podemos tocarla......desear por un instante que el tiempo se detenga y que el momento se haga eterno.

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  3. cerrar los ojos es abrir la mente a todo un mundo
    de sensaciones.

    barrando de mi mente todas mi dudas
    tu mano es la que me guia.

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